Por Vera Velera
Dispersos entre puñados de amigos y fans del evento, más de setenta creadores potosinos acuden al llamado de “El Rino”. Vienen por la grande, la catafixia mayor; una videocámara Sony HVR-A1U profesional, a expensas de “El Rinoceronte Enamorado” A. C., VIEWHAUSE SISTEMAS/SONY y la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la UASLP.
Corre un rumor entre los cineastas. La expectativa de la última semana llega a esto: la exhibición de su cineminuto, sin créditos, bajo seudónimo; descargado directamente del celular a la laptop de los organizadores. Vedados de la edición fuera de su propio teléfono; son recompensados con temática libre e irrestricta, mientras la legalidad local e internacional aplique. Entienden al fin esa sensación que eriza los pelos, al estar rodeados de setenta y nueve otros cortos (entregados todos hasta el 15 de septiembre); calificados por tres especialistas en expresión audiovisual, inapelables en su fallo.
Como los marines, viven a la altura de éste momento. Los pocos y orgullosos combatientes de la monotonía potosina, se entregan a la lucha de las audiencias perdidas: emprenden la batalla del arte popular, convertido en cine. Se arman de ideas y monitos de plastilina, movimientos en contra de la Minera San Xavier, marcianos invadiendo la telefonía celular, momentos de caída y de levante, luchadores, copro animado; todo lo que signifique algo en la estela de lo no dicho, lo irrefutable y lo siempre vigente. Todo aquello que los llene de la tan anhelada voz propia.
Hermosos y entusiastas combatientes, exhibiendo su primer asalto fílmico. Eso siempre y cuando salgan librados de su estereotipo de estudiahambres, pagando la cuota de treinta pesos a la entrada del Teatro.
Como se puede, las entradas son pagadas, los asientos abarrotados; y ciertas memorias virtuales llegan a último minuto a apostarle a su gallo. Se cierran las puertas, señores; aunque el público termina colándose diez, veinte, treinta minutos después, con tal de ver las ideas de la potosinidad. ¿Hay mejor reflejo de la realidad que el de las oraciones al Santo, el silencio de un minuto, las plantas psicotrópicas y el volver a intentar?
La multitud ríe o se queda absorta; los técnicos burlan la alta tecnología de los monopolios cineastas con una laptop, un proyector y una manta; los concursantes comparan videos, ideas, técnicas… finalmente, es hora de llamar a los jueces. Como fiesta temática, son puestos al micrófono vía el altavoz de un celular. Los jurados José Manuel Pintado y Gloria Ribé, junto con los organizadores y patrocinadores (Edén Cornado del Rinoceronte y el representante de Sony-SLP), insisten en que les gustaría poder premiar a más de uno, y coinciden en darles mención honorífica a otros cuatro finalistas. Mientras dicen los nombres de cada corto, la confusión reina: todos y nadie saben quien fue mencionado, quien se encuentra fuera de la contienda.
Por fin anuncian la buena, la suertuda ganona del tan anhelado premio. En efecto, esa que se aventó por todas las canicas—y ganó—fue “Ida y vuelta” de Fermín Saldaño Ocampo, realizador potosino (premiado con anterioridad en concursos nacionales), ex alumno de
22 de septiembre de 2007
De ida y vuelta
Tirando miedo
Tiempo sin horas
Me disfruto
El santisimo
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Nos disculpamos por la tardanza en subir la reseña del evento así como los cineminutos, pero fue por problemas tecnicos. De igual forma, no logramos conseguir los nombres de los directores de los otros cineminutos, si alguno ve aqui el suyo, hacernos favor de mandar su nombre para anexarlo inmediatamente al cineminuto correspondiente